lunes, 11 de octubre de 2010

Amor descafeinado


La ventana húmeda de aliento,
y mi reflejo que gasta las agujas de un reloj inmóvil,
traicionero.
Próximo minuto de esta enfermiza espera.
Cómo ansío tu sonrisa.

Segundo café. Ni recuerdo el anterior.

Le repito a mi tristeza tus frases de Romeo
así no enloquece, así no desespera.

Cuarto café aguado. Ni siquiera es dulce.

Mi piel solo florece con este dolor punzante.
Y te pienso. Y se me eriza cada tejido
que recubre este cuerpo,
tu cuerpo,
el cuerpo tuyo.

La jarra es transparente. Ni una gota oscura.

Mi mente y mi taza desiertas.
Ni un café más que escuche mi silencio.
Los ojos se cierran al fin
pero mis lágrimas los abren.

Entonces de golpe renace ese humo delicioso.
No. Ni la angustia borra la esperanza.
No. Ni la angustia la borra.

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