domingo, 3 de abril de 2011

Naturaleza

Mirar el mar en la mañana
cambia el lienzo a terciopelo.
Un suave género que acaricia
la piel encendida,
envolviendo con tenura
el susurro de un  latido

Los bosques forman un atuendo
invisible a la humanidad.
Las ramas entretejen
sueños agitados por el deseo
de viajes astrales
que añoran horas azules.

Mantos de luces y nubes
sobrevuelan un paraíso lejano.
La lluvia corre apurada
para no dilatar un eclipse total
de historias gemelas
atraídas por el universo.

Cuando el sol se duerme en el mar
el cielo recita una oración.
Las figuras multicolores
talladas con torrentes de emociones
vuelan permanente en el hálito
renovable y fresco de la ilusión.

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