domingo, 6 de febrero de 2011

imágenes

Mientras miro por la ventana un cielo totalmente estrellado, siento las ganas de contar lo que me genera este lugar. No visitaba Punta del Diablo, desde hace veinte años , por lo menos. Veniamos de jóvenes a las cabañas del Rey, coquetas para su época y con piscina incluída.
Este balneario no tiene comparación con aquella época, las construcciones se multiplicaron, se abrieron calles y hasta la playa de los pescadores se quedó casi sin arena por los caminos y los locales que abrieron sobre su costa.
Estamos en una cabaña , que desde su ventana principal,  vemos la playa "la viuda" ,entre otras cosas. Hoy luego de instalarnos , bajamos toda la tarde a tomar sol ,  el agua verde y no muy fría estaba tan peligrosa que las chicas solo pudieron mojarse en la orilla.
Yo disfruté de un buen descanso en mi reposera y de una amena caminata con mi soledad , como es de costumbre.
Pero una sensación diferente comenzó a surgir desde que salimos de La Floresta. Una mañana preciosa nos acompañó en la ruta permitiéndome disfrutar del paisaje con claridad. Mientras cantaba como de costumbre, todas las canciones que estaban en el pendrive que armó Vale para el viaje , comencé a ver los árboles y sus alrededores desde otra óptica, observándolos en movimiento, tratándo de memorizar la imagen, pensando sobre que fondo pintaría esa foto que sacaba en mi mente cada  vez que algo llamaba mi antención.
Pero ésto no quedó solo en la ruta.
Luego de la merienda y del atardecer, subí a mi cuarto que está como en un tercer piso de la cabaña, corrí las cortinas y me encontré con mil imágenes esperándome: la luna nueva y el lucero, un médano decorado con diferentes pastisales, un terreno dibujado con figuras geométricas formadas de yuyos rastreros , troncos secos tallados con extrañas formas por el paso del tiempo, el color del cielo transformado, las nubes ya no eran blancas, y el contraste de la luz que brindaba la luna entre los árboles me mostraba mil cuadros para crear.
Empecé a sentir la necesidad de guardarme cada color, su forma , la imágen, el dibujo y sobre todo lo que sentía y pensaba en ese momento: queria sacar mil fotos.
Me quedé en la ventana casi una hora, me hubiera quedado mucho más, porque mientras el tiempo pasaba  la luz cambiaba igual que el paisaje , las sombras eran nuevas , los árboles crecían y los troncos se perdian en el pasto.
Recién vine de ir a buscar a las nenas que estaban paseando en el centro , porque las dunas de la playa no me dan mucha seguridad  a pesar de que son tres y están mas altas que yo. Son más de las doce de la noche , de éste domingo ó lunes de febrero , y mientras caminaba sola , admiraba ese cielo iluminado por miles de lamparitas , bajaba la mirada hacia las dunas  ,pasando por la cabañas abiertas que mostraban  la intimidad de sus ocupantes, el humo de las parrillas , su música, fué un momento formidable.
 Lo peor del caso es que no traje la cámara de fotos, solo están los teléfonos que las chicas usan para sacarse y sacarnos retratos para el facebook.
Veremos si puedo dominar las ganas de salir corriendo hasta el Chuy a comprarme una cámara de fotos , porque me faltan unos cuantos días en este lugar maravilloso.

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Siento el canto de la sirenas que dicen...