martes, 8 de febrero de 2011

Salí a caminar con esta mañana tormentosa: viento , gotas perdidas en el aire y caricias de arenas voladoras.
La naturaleza era la misma de ayer , pero el paisaje y las sensaciones eran muy diferentes. Para no trazar el mismo camino de todos los dias, me metí en una callecita paralela a la costa y recorri una especie de barrio muticolor con cabañas pintadas  y decoradas todas bien diferentes. En cada una quise vivir unos dias, algunos en verano otros en invierno. Mezcladas  entre las construcciones de madera, surgían algunas casas lujosas de piedras y ladrillos con esos ventanales del tamaño de una pared con acceso directo al cielo.
La lluvia comenzó a enviarme algunas señales , asi que apresuré el paso sin dejar de disfrutar su frescura.
Di varias vueltas hasta llegar a las rocas que dividen la playa de los pescadores de la que  hacen surf los chicos lindos de punta del diablo, para regocijo de mis tres niñas.  Parecían lobitos jugando carreras , todos de negro con la cabeza levantada esperando el momento para ganarle a las olas.
La vista se me perdía entre el mar y el cielo que hoy tenian el mismo color,  las rocas se convertían en caras, ojos, cuerpos.. solo me faltó escuchar el susurro del viento invitándome a bailar.

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Siento el canto de la sirenas que dicen...