Y pasaron quince años desde que llegaron a mi vida sin previo aviso.Recuerdo en detalle mi "gran" embarazo y digo "gran" porque mi barriga tenia un tamaño tan considerable que dirigía el resto de mi cuerpo, me sacaba la respiración, descontrolaba mi equilibrio y me llenaba de ternura. Cuando me acostaba a dormir y tenia que darme vuelta, José la agarraba con un miedo bárbaro para acomadarla como podía. Mis únicos antojos eran la ensalada de frutas y las papas fritas, no en vano engordé veinticinco kilos. En el octavo mes ya no había mas lugar para las tres y con la ayuda de una cesárea, nacieron dos hermosas bebas dispuestas a robarme el corazón y el alma.
Siempre fueron parecidas físicamente, pero con personalidades bien diferentes, con brillo propio y único. Por eso las confunden si las ven por separado y mudas, porque juntas y charlando , no hay forma de no reconocerlas.
Hoy calzamos igual , me pasan en altura y cuando me abrazan efusivamente ,sino me agarro me tiran al piso. Tienen unos ojos maravillosos y una sensibilidad que espero no pierdan nunca.
Por supuesto que tengo mil anécdotas para contar, pero recuerdo una de Agustina cuando tenia dos añitos y en pleno rezongo le digo: " mas te vale que no toques ese enchufe otra vez sino...". y ella me responde : "no mami, es mas te agus ...." . Cada tanto me dice lo mismo en tono burlón.
Valentina nació con un angioma en el brazo izquierdo que en ocasiones nos ayudaba a diferenciarla de Agus, comenzó como un punto rojo, pero creció rápidamente. A los dos años y medio la operamos , tenia peligro de lastimarse y lo que es peor, que se lo "comiera"su hermana. Ya en el sanatorio y a la hora señalada, la enfermera la vistió con una capita y le acomodó el pelo en una gorra blanca. Nunca más me voy a olvidar la carita con la que me miraba mientras se la llevaban al quirófano, me iba haciendo adiós con la manito. Angelito de mi alma, que impotente me sentí.
A los veintinueve años me recibí de mamá , pero hubiera querido serlo antes. Tengo algunos matices de "Susanita", siempre supe que seria mamá y deseaba tener mellizos. Dios me concedió estos deseos y mucho más.
Estoy orgullosa de aquellas niñas que hoy son mujercitas, con todas sus virtudes y todos sus defectos.Son las hijas que siempre soñé tener, aunque nunca bailaron ballet. Y no es porque no las hayas llevado... es que uno propone y ellas disponen.
Caminamos mucho para llegar hasta acá, a este punto donde comienzan nuevos desafíos. Ya pasó la escuela, gran parte del liceo y pronto vendrán las universidades, los amores, la diversión, los riesgos y la suerte.
Hablar de mis hijas me renueva la energía, es el amor mas puro , incondicional y sincero que podemos sentir.
Tuvimos la felicidad de regalarles para esta fecha tan especial, un viaje inolvidable y maravilloso, que han disfrutado enormemente.
Este dieciocho de febrero, familia y amigos nos juntamos para festejarles sus Quince Febreros ,..no faltó una buena guerrilla de engrudo, ni la emosión de los tres deseos.
Lo mas importante,es que festejaron sus quince años , sanas, en armonía y empalagosamente colmadas de amor.
Agradezco a Dios y a la vida por esta bendición.
Destaco para los que no se dieron cuenta, que en ambas fotos, a la izquierda está Agustina y a su lado Valentina ... cambiaron un poquito la vestimenta, el resto sigue igual.
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Siento el canto de la sirenas que dicen...